27/5/13

Relatos del calzado. El Yute.

Existen momentos en los que merece la pena reflexionar, echar la vista atrás y entender con perspectiva el porqué del producto que realizamos y cómo lo realizamos.

Con esta intención el equipo Naguisa hemos decidido embarcarnos en la producción de una serie de pequeños clips documentales. Con ellos pretendemos mostrar las voces de aquellos que hacen posible que nuestros diseños se conviertan en realidad.

Bajo la atenta mirada de la cámara enseñaremos aquello que de otra manera solo podemos disfrutar unos pocos. El día a día de personas dedicadas a la fabricación de calzado en sus talleres distribuidos por toda la geografía Española. Un trabajo artesanal que gira en torno al zapato y sus etapas de producción.

Los hemos llamados "Relatos del calzado" y aquí podéis disfrutar de la primera entrega.

Queremos agradecer públicamente a Manufacturas Yuts por abrirnos sus puertas y a Anouk Puntel por unirse a este viaje. 

También hemos contado con la colaboración de Anna Tomás y Carlota Iglesias, quienes han relatado en palabras el proceso de la fabricación de la planta de trenza de yute.

 



Los cimientos del zapato

Las fibras de yute llegan en montones enmarañados a los que hay que dar forma. Una máquina con madejas gira hipnóticamente, como si las bailarinas de varias cajas de música se hubiesen congregado en un corrillo para transformar las hebras en un robusto cordel. Ojo avizor, el operador de turno está atento al cambio de carrete. La cuerda, una vez está bien tensa y apretada, se trenza de diversas maneras según su finalidad. Cuando Manufacturas Yuts empezó hace tres décadas, el producto final se limitaba a cinco modelos, pero el éxito del que goza hoy se basa en la variedad, en la diversidad de los resultados. Las kilométricas trenzas de yute se acumulan a los pies de una mesa y un operario las va recogiendo y enrollando, a mano y con infinita paciencia, en formas circulares alrededor de dos tornillos. El espectador ajeno al proceso no puede evitar preguntarse cómo esas espirales de fibra podrán convertirse en suelas.
Alrededor, la fábrica bulle de actividad y todo avanza sin pausa pero sin prisa, al ritmo de las manos de los trabajadores, ayudados por máquinas y herramientas de aspecto decimonónico. Parece como el Invierno de Vivaldi: el frenesí productivo de los engranajes metálicos con su tac-tac-tac constante da lugar, después de un breve descanso, a los movimientos armónicos, naturales y humanos de los artesanos. Y entonces por fin somos testigos de la magia, del momento en que los cordeles pasan a ser otra cosa. Lo que antes era un grupo de torres de cuerda enrollada pasa, pieza por pieza, a una prensa manual que, voilà, les da la forma de suela que todos conocemos. Está de más decir que hay distintos moldes y además se combinan con caucho y corcho para obtener las diversas siluetas que fabrican. Para los zapatos de cuña, por ejemplo, se alinean suelas y tacos por parejas sobre una gran superficie, como si fuesen la línea de infantería, listos para ser pegados entre sí. Después de un proceso laborioso, el yute original se ha convertido finalmente en el producto deseado y aquí termina su elaboración, o por lo menos la parte que va por cuenta de Yuts.
Después le tocará el turno a Naguisa. Ellos deberán diseñar los modelos, elegir materiales y colores y terminar estas obras de arte que están a nuestros pies. Pero por ahora, y empezando la casa por los cimientos, la primera fase está acabada y el resultado son unas suelas firmes, tradicionales y actuales de buena calidad. Y encima producidas a nivel nacional, ¿qué más puede querer Naguisa?